“Punta Candieira, punta del Cadro, punta Herbeira. Allí las tenéis en pugilato geológico con el Atlántico. El trozo de costa que va del Prior a los Aguillós no tiene en ninguna parte una mayor belleza. Para poderla decir sería preciso alguna de las dos condiciones siguientes; ser geólogo que escribirá como Sir Carlos Robert Darwin cuando hizo en velero a circunnavegación del mundo; o ser poeta como Pondal”
(Ramón Otero Pedrayo. Romerías I, págs. 194-208)
Entre las especies animales presentes contamos con buenas poblaciones de mamíferos: corzos, jabalí, marta, jineta, ardilla, golpe, turón el tejón. Fruto de la influencia humana destacamos la desaparición del lobo, aún vivo en la toponimia (Furado do Loberno), o la presencia de la jineta, introducida por los árabes en la península.
Muchas de las aves presentes en el monte anidan en los acantilados y en los islotes próximos a la costa, con rapaces como el miñato, halcón peregrino, gabián. Podremos ver especies marinas como el cormorán o propias del bosque, como varias especies de páridos (que prefieren anidar en matorrales y árboles), el pequeño paporrubio común enrojeciendo entre las praderas, el tordo gallego o el ferreiriño común. Fáciles de ver son los grajos, en contraste con la avefría o la becada. En los árboles decrépitas veremos los restos de la actividad de los picos picapiñeiros.
De los reptiles citar la víbora de Seoane, cobra de agua y diversos lagartos y lagartijas. El anfibio más fácil de ver es la rana roja.
Mas, aparte de la fauna silvestre, el emblemático de esta sierra es el ganado que pasta libre por el monte, sobre todo vacas y caballos, que son la base de la Rapa de las Bestias o Curro de la Capelada que se celebra cada año en la Pena Toxosa, con la junta del ganado en el monte, el rapa de las crines, el marcaje de garañóns, la doma y las carreras de caballos.
La Sierra de la Capelada posee una vegetación marcada por el aprovechamiento de que fue objeto desde hace décadas. Predominan dos comunidades diferenciadas: las masas de producción maderera y las zonas de pasto.
En las zonas dedicadas a la producción maderera destaca la presencia del pino radiata, pino gallego y en menor medida eucalipto. También hay algunos rodais de pinos silvestres. Los pinares tienen una grande importancia económica, a lo que hay que unir la cosecha de setas: níscalos y boletos principalmente.
De la vegetación arbórea original puede citarse aún algún roble, el ameneiro, abeleira, castaños, abedul, sauces, acebo y laurel; Esta vegetación es escasa y suele estar relegada a los barrancos. Como ejemplo de la degradación que sufrió esta vegetación está la desaparición del teixo, que está presente en el topónimo singular de la sierra : San André de Teixido o en el vecino Teixidelo.
La vegetación arbustiva tiene una variedad mayor que la anterior, destacando las comunidades de los riachuelos: espiño albar, pereira silvestre, abruñeiro, amieiro, madresilva y brusca. También es de destacar la singularidad de la vegetación de las áreas hidromorfas, principalmente un tipo de brezo o la variedad de queirugas que se extienden en las brañas y turbeiras además de plantas insectívoras, como las dróseras. En este entorno es posible sosegar a mirado ante la singular belleza de la orquídea Dactylorbiza maculata.
De gran riqueza son las comunidades propias de las bocarribeiras y de los acantilados, destacando su capacidad de adaptación a las duras condiciones del entorno. De importancia mitosimbólica es la Hierba namoradeira o empreñadoira, el clavel marino; y como rarezas botánicas Angélica pachicarpa, Fritillaria lusitánica y Centaurea borgeae, catalogada esta última en peligro de extinción. Nos pasteros aparecen comunidades mixtas de gramíneas y leguminosas (principalmente tréboles), de grande valor nutritivo.
Dunitas y serpentinitas singularizan el valioso patrimonio morfológico de la Sierra de la Capelada. Rocas de tipo básico y ultrabásico que junto con las eclogitas conforman una paisaje pétrea de grande valor petroxénico que crió sobre su enrrugada cubierta craneal un manto específico, endémico, de plantas y mato. Si las dunitas las podemos encontrar aflorando en las canteras, en la especial tectónica de la Candieira compre señalar los paragneises y al pie mismo del faro, la presencia de granulitas y rocas serpentinizadas.
Tierra de doblas y enrugas, fracturas y resbalamientos, el conjunto geológico y botánico de la Capelada constituye un continuum entre lo inerte y el animado. Sin embargo, el aparente estatismo ajeno a todo cambio de las rocas que dibujan la codea de esta sierra poseen un singular perfil metamórfico ya que acusaron hondas alteraciones inscritas que están y permanecerán en la memoria de la tierra.